dilluns, 22 de desembre del 2008

Adiós pequeño problema, adiós.


Hace unos días paseaba por una de esas capitales europeas, que aunque no es una ciudad plastelina como lo puede ser Roma, rebosa de historia. Se trata de Berlín, no es hermosa, para que negarlo, ni tan siquiera agradable debido a sus bajas temperaturas. Pero es interesante y ese título, pocas ciudades lo poseen.
Berlín es una ciudad distinta. Su muro recuerda aún la cicatriz del pasado. Ahora sirve como atracción turística y fuente de ingreso. Para los historiadores como signo vivo de la guerra fría. Bien como os decía tuve la grata ocasión de pasear por sus calles anchas y toparme con gente agradable e interesante y comprobar personalmente como nos llevan unos cuantos años de ventaja pero en fin, no profundizaré en ese tema ya que me requeriría demasiado tiempo. Andábamos por la capital hasta que encontramos el famoso muro, trozos de piedra se alzaban mientras los turistas se encargaban de echar retratos, uno detrás de otro, para llegar a casa y decir: "mira lo ves, he tocado el muro de Berlín", confieso que hice exactamente eso que contaba con “rintintí” hasta que llegué al famoso Reichstag, allí unas 10 cruces recordaban la vida de quienes intentaron cruzar de lado a lado y fueron abatido a tiros. Ahora ya no hay muro, ya no hay división, aquello que fue un tormento durante tantos años para los berlineses, hoy sirve de retrato.
Como esos problemas que durante un tiempo maltratan tu mente, hasta que llega un día que te ríes, minimizas el problema y como el muro, lo derribas.